La microgestión en el trabajo: Definición, ejemplos y efectos perjudiciales
¿Has tenido alguna vez un jefe que siempre está pendiente de tu hombro, comprobando lo que estás haciendo y el tiempo que tardas en completar las tareas? Tal vez lo haga mientras estás en la oficina, pasando cada hora por tu mesa para ponerte al día e interrumpiendo tu flujo de tareas.
O tal vez estén comprobando demasiado en línea, enviando correos electrónicos y chats con demasiada frecuencia. Esto no conduce a una buena experiencia del empleado: probablemente te sientas estresado, irritado e incapaz de hacer bien tu trabajo.
Todos estos comportamientos son ejemplos de microgestión en el lugar de trabajo. La microgestión es un comportamiento común pero perturbador que demasiados directivos utilizan con sus equipos para producir un buen trabajo.
Pero la microgestión tiene muchos efectos adversos y puede disminuir la productividad en general. En esta guía se explica qué es la microgestión, cómo detectarla y por qué perjudica a tu equipo y a tu empresa, además de algunas sugerencias de mejora que pueden ayudar a todos a rendir al máximo.
¿Qué es la microgestión en el trabajo?
Es una excesiva implicación en todas las actividades del equipo. Es un método de control exigente que limita la autonomía y la creatividad de los empleados.
La microgestión es una forma negativa de gestionar un equipo. Pero no suele provenir de malas intenciones. Surge de la necesidad de control de un directivo y de hacer valer su autoridad.
El directivo imagina que es necesario estructurar el caos del lugar de trabajo. Por eso se comporta ejerciendo un control excesivo y llevando ellos mismos cada proyecto hasta la línea de meta.
A veces también proviene de inseguridades profundas, en las que el directivo no se siente merecedor de su puesto, por lo que piensa lo mismo de las personas a las que supervisa. Puede que les preocupe que el rendimiento del equipo se refleje mal en ellos, por lo que intentan controlar cada elemento de cada tarea que realiza un empleado.
Cualquiera que sea la razón para ser un jefe que microgestiona, es un estilo de gestión ineficaz que debe detenerse rápidamente y reducirse antes de que el comportamiento perjudique a todo el equipo.
Ejemplos de microgestión en el trabajo
¿Qué aspecto tiene la microgestión en el lugar de trabajo? Hay muchos comportamientos diferentes que pueden indicar un estilo de gestión problemático, pero aquí hay algunos ejemplos clásicos que pueden ayudarte a detectar a un microgestor.
- Piden que se les envíe una copia de todos los correos electrónicos del equipo, tanto si realmente necesitan que se les incluya como si no.
- Son reacios a delegar incluso las tareas más insignificantes a los miembros de su equipo.
- Comprueban constantemente dónde están sus empleados, viendo si están en sus escritorios o en línea, e incluso pueden controlar los descansos para ir al baño.
- Piden actualizaciones excesivamente frecuentes incluso en las tareas más pequeñas y comprueban y vuelven a comprobar los plazos.
- Rara vez piden la opinión de alguien más.
- Se complacen en corregir el trabajo de otra persona o en señalar errores muy pequeños.
- Examinan atentamente cada tarea, por pequeña o poco prioritaria que sea.
- Parece que nunca están satisfechos con ningún trabajo que realice un empleado.
- Son reacios a compartir sus conocimientos con los miembros del equipo, y a menudo les dicen que no es importante conocer esta información.
- No mantienen conversaciones constructivas con sus empleados y, en lugar de preguntarles cómo van las cosas, se dedican a decirles lo que tienen que hacer y cómo tienen que hacerlo.
La microgestión puede manifestarse de muchas maneras, pero el factor que la define es un deseo excesivo de control que se interpone en el camino de hacer el trabajo real.
Efectos adversos de la microgestión en el trabajo
Los efectos negativos de la microgestión son numerosos. Tiene un efecto negativo importante tanto para el directivo que ejerce el microcontrol como para el equipo que experimenta este estilo de gestión. Reduce los resultados empresariales, frena la innovación, disminuye los niveles de compromiso y hace que los empleados abandonen la empresa.
1. Aumento de la rotación de personal
¿Sabías que la microgestión es una de las tres razones principales por las que los empleados renuncian a su trabajo? En un entorno de trabajo en el que la microgestión está muy extendida, los empleados intentan marcharse lo antes posible.
Y dado que el coste real de la rotación de personal es elevado, la microgestión también provoca un aumento de los costes de contratación y de reclutamiento, así como una pérdida de conocimientos institucionales vitales cuando los trabajadores se marchan rápidamente.
2. Pérdida de confianza
Cuando los empleados sienten que no se confía en ellos para que hagan incluso tareas sencillas por su cuenta o para que se tomen un rápido descanso para ir al baño sin ser observados de cerca y criticados, eso erosiona su sentido de autonomía.
Si se contrata a profesionales de alta calidad y alto rendimiento y se les trata como a niños que necesitan ser vigilados y protegidos cada momento del día, eso disminuye su confianza en su jefe y en su organización en general.
3. Agotamiento de los directivos
La microgestión no sólo es agotadora para los miembros del equipo que se gestiona, sino que también es agotadora para el director. Ejercer este nivel de control es insostenible para los directivos, ya que tienen que mirar de cerca cada una de las tareas y no consiguen priorizar o delegar adecuadamente.
Esta frustración y el exceso de trabajo pueden acabar pasando factura al directivo, que puede transmitir a los empleados en un círculo vicioso difícil de romper.
4. Menor compromiso de los empleados
Los empleados se sienten más comprometidos cuando tienen un sentido de autonomía sobre su trabajo y un sentido de propósito en el trabajo que hacen cada día. La microgestión impide esta conexión con el trabajo significativo y el sentido de autonomía del empleado.
Y sentirse escuchado también influye en el compromiso y la productividad: los empleados que sienten que su voz es escuchada tienen 4,6 veces más probabilidades de sentirse capacitados para realizar su mejor trabajo.
5. Perder de vista el panorama general
Se supone que los gestores y los líderes deben asumir un papel estratégico en su trabajo, ayudando a dirigir las tareas diarias del equipo para contribuir a la organización en su conjunto. Pero los microgestores pierden de vista el panorama general al estar excesivamente centrados en prestar atención a los pequeños detalles.
Los empleados pierden su creatividad y empiezan a centrarse en la siguiente pequeña tarea que hay que hacer, y todo el equipo se resiente por ello.
6. Dependencia del gestor
Los equipos microgestionados empiezan a depender excesivamente del director para dirigir incluso las tareas más pequeñas. Se sienten incapaces de emprender acciones o de arriesgarse por sí mismos porque se centran únicamente en contentar a su jefe, que es difícil de complacer. Esto fomenta una dependencia malsana y ahoga la creatividad y la innovación de todo el equipo.
¿Cuál es la diferencia entre la microgestión y la macrogestión?
Los macrodirectivos emplean un enfoque más distante de la gestión de su equipo y se centran en crear un entorno de trabajo en el que todos puedan prosperar. Mantienen la supervisión directa y las críticas al mínimo y tratan a los empleados como profesionales competentes.
Después de todo, ¿por qué se tomaría el tiempo y el esfuerzo de contratar a empleados con excelentes habilidades y mucha competencia sólo para tratarlos como niños de jardín de infancia revoltosos? Los macrodirectivos creen que ese es un enfoque poco útil para dirigir un equipo.
¿Cómo ser un macrogestor?
Convertirse en un macrogestor puede ser un viaje difícil para muchos microgestores en recuperación. He aquí algunos pasos clave para probar un estilo de macrogestión por ti mismo.
1. Reflexiona sobre tu comportamiento
¿Qué temores o necesidades le han llevado a tener un estilo de microgestión? Será difícil hacer un cambio duradero si no sabes por qué microgestionas a los empleados, para empezar.
¿Es la inseguridad de que tu equipo se refleje mal en ti, o el deseo de realizar las tareas tú mismo en lugar de confiar en el equipo? Saber por qué tienes esta necesidad de control te ayudará a centrarte en por qué no debes microgestionar también.
2. Obtenga información
Aprender de los miembros de tu equipo cómo tu microgestión afecta negativamente a su trabajo y a su opinión sobre tu equipo puede ser instructivo para crear un cambio real. Puedes hacerlo a través de las revisiones 360 o recogiendo de manera informal los comentarios en las encuestas.
3. Delegar sabiamente
Uno de los mayores problemas de la microgestión es que no deja tiempo para realizar el verdadero trabajo de gestión porque uno se centra demasiado en las pequeñas tareas.
En su lugar, tómese su tiempo para delegar tareas que se sienta cómodo entregando a un miembro de su equipo de confianza y empiece a ver poco a poco los beneficios de un estilo de macrogestión.
4. Dar el apoyo adecuado
La macrogestión no significa adoptar un enfoque de gestión sin intervención alguna: los empleados seguirán necesitando orientación y asesoramiento con regularidad.
Darles este apoyo sólo cuando lo necesiten y de forma que ayuden a los empleados a resolver las cosas por sí mismos, sin darles instrucciones explícitas sobre lo que deben hacer, es una excelente práctica para convertirse en un macrodirector.
Principales conclusiones
La microgestión es un problema común en todos los sectores: los directivos suelen creer que el liderazgo significa ejercer un alto grado de control y decir a los empleados exactamente lo que tienen que hacer. Pero eso es perjudicial para los niveles de compromiso de los empleados, los esfuerzos de retención y cualquier posibilidad de innovación y crecimiento que tenga su empresa.
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